Acostada, escuchando música, sola, oyendo la lluvia caer… Miles de pensamientos vienen a mi mente. Pensamientos que siento me perseguirán toda la vida. Pensamientos que no puedo evitar. Pensamientos que se han ido acumulando tras el paso de los años, y los cuales me debilitan cada vez más.
Este es uno de esos momentos en los que me siento más débil que nunca, en los que pienso que todo el mundo se me viene abajo, en los que mis lágrimas no pueden evitar caer. ¿Por qué?
Esa es la pregunta que cada vez se me hace más frecuente. Pero tal vez es porque nunca pude desahogarme en el momento adecuado, porque nunca busqué desahogarme en el momento adecuado.
Me considero una de esas personas que saben que algún día explotarán de tanta carga que llevan encima, pero en ocasiones siento que ni eso importa, que sólo importa vivir. ¡Aunque ni hablar de vivir! En realidad, cada vez existo más y vivo menos. Existo más para hacer las cosas que no estoy segura de querer hacer. Vivo menos por el hecho de que no siento que una parte de los seres que quiero estén para mí cuando los necesito.
Las lágrimas, mis lágrimas se hacen más frecuentes. Pero tal vez sin ellas no estaría escribiendo este texto. Aunque trate, las palabras con las que narro nunca son las suficientes para desahogarme. Aunque trate, esas sensaciones que estoy plasmando en esta noche de lluvia nunca se irán.
Me canso de que no me escuchen, ni me oigan, y me siento una carga más en mi propio entorno. Soy muy débil y lo sé. Aunque trate de ser fría, tengo ese sentimiento de que todo me sale mal. Ese sentimiento que intento olvidar, pero aparece en el lugar exacto para darme una puñalada por la espalda.
La pena, la angustia, la soledad… Las siento más cerca, las quiero más lejos. Las risas, la alegría, la felicidad… Quiero alcanzarlas al punto de hartarme de ellas, no quiero que se aparten de mí aquellos que las generan.
No sé lo que estoy buscando, ni siquiera estoy segura de quién soy. Conozco poco a los que me rodean. Existo en un mundo que cada día tiene menos vida para mí. Rescato lo poco que realmente siento mío para sonreír un poco más. Atesoro los grandes ratos que pasé con las personas que nunca voy a olvidar.
Pienso dentro de mí: ¿será esto para siempre? ¿Encontraré algún modo de remediar todas esas “sensaciones”?
Ahora, para mí, esas sensaciones son como la lluvia: interminables.
Mica Grinovero
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